acantilado

Helena Taberna (La Buena Nueva, Yoyes) presentó anoche en el Austin Film Festival su última película, Acantilado (The Cliff). Acantilado es una adaptación libre de la novela de Lucía Etxebarría titulada El contenido del silencio, la cual a su vez parece una adaptación en formato thriller de los relatos de Escapada de Alice Munro. La versión de Taberna es tan libre que hasta el título es diferente, algo poco frecuente dentro de las ya casi innumerables veces que se han adaptado novelas al cine. Acantilado trata sobre Gabriel (Daniel Grao) y la búsqueda de su hermana Cordelia (Ingrid García-Jonsson), quien ha desaparecido en las Islas Canarias luego de un misterioso evento dentro de una secta religiosa. Con la ayuda de Helena (Juana Acosta), roomate de la desaparecida, Gabriel trata de descubrir poco a poco qué ha pasado con su hermana; si está muerta, si anda de parranda o cualquier cosa entre medio de esas dos. Debido a la actuación impecable de Goya Toledo, me hubiera encantado nombrar su personaje en la breve sinopsis que usted acaba de leer, pero no se me ocurrió cómo hacerlo sin estropear la trama.

Mientras esperaba el inicio de Acantilado trataba de anotar en una libreta otras películas sobre cultos, sectas o sociedades secretas. Me pareció encontrar muy pocas: La Ola de Dennis Gansel, El Club del Suicidio de Sion Sono, The Seventh Victim de Mark Robson, o quizás The Master de Paul Thomas Anderson. Independientemente de lo limitado que pueda ser mi conocimiento (pues ni yo ni nadie ha visto todas las películas que se han producido a lo largo de la historia), resulta extraño que, siendo un tema tan atrayente y con tanto potencial cinematográfico, los cineastas lo hayan dejado olvidado. Esto es especialmente alarmante en la historia del cine en Iberoamérica, donde numerosas sectas y cultos han nacido para oponerse a la Iglesia católica. Luego de la proyección de la película, Taberna explicaría que las Islas Canarias son el lugar en Europa con mayor densidad de sectas (mayor cantidad de seguidores de cultos/sectas por habitante). ¿Cómo obtienen esas estadísticas? No lo sé, pero lo que sí sé es que Taberna ha filmado esta película porque el tema le interesa y le apasiona.

Acantilado es una película vertiginosa. Te golpea en la primera escena y no te suelta hasta el final. La atmósfera que crea tiene el nivel justo de terror: es lo suficientemente agobiante como para mantenerte pasmado en tu asiento, pero también te da la oportunidad de respirar y que tu mente intente resolver el misterio. Los personajes de Taberna son profundos, cada uno con algún problema que lo define y con todos los matices que uno podría esperar de un ser humano real. El pasado documentalista de Taberna se nota en cada toma de Acantilado y, si se me permite decirlo, en cada una de las escenas de cualquiera de sus películas de ficción. No necesitamos diálogos para entender la preocupación de Gabriel o la de Helena, o incluso la razón por la que estas dos preocupaciones son ligeramente diferentes. Acantilado es, sin ninguna duda, una película técnicamente impecable, y la cámara de Taberna un cincel que graba imágenes maravillosas en nuestra memoria.

No puedo terminar este escrito sin hacer notar que el momentum inicial de la película se desgasta en los últimos minutos. Pese a crear una atmósfera cautivante gracias a la virtuosidad narrativa de Taberna y el enorme talento actoral de todo su elenco, un par de situaciones inexplicables en el guion hacen decaer gravemente la trama. Y eso quizás es perdonable mientras miramos Netflix en casa o vamos al cine a ver una de superhéroes, pero no en un festival que se enfoca principalmente en guionistas como es el Austin Film Festival. Así como la película nos lleva corriendo firme a un nivel de interés muy alto, súbitamente fallamos un paso y caemos del acantilado. Yo, fanático confeso del cine español, me fui un poco decepcionado. Mientras disfrutaba de Acantilado llegué a pensar que frente a mis ojos estaba la digna heredera de La Isla Mínima (Alberto Rodríguez Librero), la cual es a mi juicio la mejor película española del último tiempo discúlpame, Julieta y que justamente tiene una temática muy parecida a la de Acantilado.  Y aunque lamentablemente no fue así, de todas maneras la recomiendo. Es una buena película (por lo menos los tres primeros cuartos), está muy bien filmada y, como ya todos sabemos, de gustos no hay nada escrito, ni siquiera en un festival de escritores de películas.

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