Literatura digital. Revistas universitarias y las nuevas habilidades para escribir y publicar

La literatura digital abre en el inicio del siglo XXI un camino más para la publicación de diversos tipos de textos creativos y académicos, a la vez que altera la práctica de la escritura y la lectura. Las revistas universitarias son un buen ejemplo de esto, dando oportunidad a los jóvenes a integrarse en la conversación, practicar sus talentos y darse a conocer. En ellas se da un trabajo conjunto que involucra el diseño creativo, edición, formato, e interacción con herramientas digitales. El trabajo que hacen los editores que producen este tipo de revistas muestra un mayor nivel de involucramiento y compromiso, así como la adquisición de otras habilidades que les serán muy útiles en el momento de integrarse a un mercado productivo que demanda cada vez más. La revista EsporEspora 2 portadaa editada por estudiantes de literatura de la Universidad de las Américas Puebla ilustra lo anterior, reuniendo a escritores, artistas visuales y fotógrafos que bimestralmente publican poesía, ensayo, cuento corto y microficción con colaboraciones de distintos países.
La plataforma que utilizan es issuumisma que cuenta con más de 25 millones de documentos y más de 100 millones de visitas mensuales. Su slogan, “Reading and publishing simple, beautiful and powerful”, muestra el espíritu de las nuevas tecnologías de acercar a los productores de conocimiento y arte con el mercado de una manera eficiente. La aparición de este tipo de plataformas ha dado como consecuencia la expansión de revistas literarias digitales y el crecimiento de una generación digitalizada. Phillippe Bootz y Sandy Baldwin dicen en su libro Regards Croises, sobre la literatura digital, “cybertext” o “texto cibernético”, que tiene como resultado que el texto se mezcle con una multitud de media, incrementándose la complejidad de los “devices, reinventing an oral character as much as a practice of public presence and display” (s/p). La manera cómo se publican los textos ha ocasionado, inclusive, un cambio en la manera de citarlos, a tal grado que la Modern Language Asociation (MLA) editará próximamente su 8ava. edición que incluye los nuevos modos de citar contenido publicado en nuevas tecnologías.

Esta complejidad a la que se refieren Bootz y Baldwin, resalta el nuevo rol del autor como escritor-programador, alguien con la necesidad de comprender conceptos cómo “subir un archivo”, tamaño y peso de las imágenes, las características de los formatos digitales como PDF, Word, HTML, JPG y otros, etc., un rol que engloba mucho del antiguo trabajo creativo, y el trabajo del editor y el diseñador. El lector también ha cambiado. Ya no es uno casual y espontáneo, sino que está predeterminado por su posibilidad de acceso y habilidad con determinadas herramientas, programas, plataformas, apps, blogs, o foros como facebook. Es decir, ambos se educan en torno al objeto mediático en donde se va a publicar y se va a leer, ya sean teléfonos celulares, tabletas, computadoras portátiles o computadoras de escritorio, en donde diseño, imagen, sonido y texto se entrelazan. De ahí iniciativas como el Centro de Cultura Digital en la ciudad de México, en donde colabora la escritora Mónica Nepote, que se encarga de alfabetizar en la digitalización, poesía generativa, narrativa transmedial, y educación de usuarios lectores.

Por otro lado, la naturaleza efímera de estas publicaciones es el gran reto a combatir, en lo complicado que resulta preservar y descubrir a las revistas en la saturación de la red. Harriett E. Green en su artículo “Literature as a Network: Creative-Writing Scholarship in Literary Magazines” nos recuerda que las mismas herramientas y la red contribuyen a visibilizar los textos mediante el uso de “a metadata schema—a labelliTinacong, tagging, or coding system to improve retrieval of information, such as an index of new literary works” (219). Sin embargo, el trabajo de organización, convocatoria, edición, diseño y publicación, y la importancia que tienen para la carrera y curriculum de los estudiantes, amerita además de lo que menciona Green, un trabajo de difusión boca a boca y comentarios en otras plataformas y comunidades sociales. Las comunidades digitales de escritores, diseñadores y lectores viven ahora incrustadas en un espacio geográfico que, en el estado líquido de este mundo globalizado, poco o nada tiene que ver con las fronteras de un “mapa” físico. Y aunque México y otros países de Latinoamérica entraron más tarde a este mundo de literatura digitalizada en comparación con otros, es un hecho que cada día se incorporan más a él, aportando ediciones y textos de gran valor y creatividad.

En la idea heiddegeriana de que las tecnologías median nuestro modo de experimentar el mundo y nos llevan a comprender los significados que nos rodean, la digitalización de la literatura construye un universo colaborativo en donde cada vez son más evidentes los contrastes entre temas, estilos y diseños que los estudiantes usan actualmente, como en Espora. Para nosotros, sus lectores y sus maestros, se abre una ventana fascinante para asomarnos a este universo.

 

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