¿EN DONDE QUEDÓ NUESTRA REVOLUCIÓN?

SE LA LLEVARON Y BIEN LEJOS.

Hacer ejercicio de la memoria, desde lo íntimo, lejos de mi país, sentado en un estudio donde puedo ejercer lo maricón, me da miedo. -Y qué peligroso es el mercado-. En el marco del “coming out day” (sí, así en inglés) es una obligación el reconocer los logros que han tenido las comunidades LGBTT+ en México, pero también analizar lo tentador que resulta ser la institución a-política y el mercado neoliberal para estas comunidades. Luces brillantes que llaman a la inclusión a costa de rechazo de lxs no capitalizables

radicales               migrantes

           negrxs

indígenas

                         lo popular

                                        <you know? Only masc 4 masc; and if the US consulate approves, the better>

LES JURO QUE NO SOY UN AMARGADO, PERO…

Como comunidades tenemos que hacer un esfuerzo por llamar a la memoria colectiva y dejarse envolver por lo que nos tiene que decir sobre el ser joto, puto, mayate, marica, trans, bisexual y más, en México. El Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), Oikabeth y Grupo Lambda salieron a marchar en 1978 teniendo claro dónde estaba la principal barrera: en el Estado. No había duda, durante esos primeros movimientos, de la militancia política de quienes marchaban, así como no la había sobre la calidad anti-institucional y revolucionaria que se compartía <y es que, citando a Ali Primavera, “el canto por el amor, tiene que ser esencialmente colectivo”>

El recorrido de esta primera revolución fue, al final, muy corto. El VIH/SIDA silenció a muchxs companerxs, a otrxs tantxs les llevó a buscar una aproximación al Estado y sus servicios médicos. La lucha no se perdió, pero muchas filas se desintegraron y la militancia anti-institucional, con justa razón, paso a un segundo <tal vez tercer> plano.

ALTIBAJAS, AMIGe, MUCHAS ALTIBAJAS

Hablar de un tiempo lineal, a mi parecer, es bastante western. Sin embargo, no voy a negar que las condiciones históricas cambiaron, de manera titánica, de 1978 al día de hoy. No se respira igual, no se escucha ni entiende de la misma manera. ¿Y la lucha? La lucha allí sigue, lo peligroso es ver como el Mercado y los Estados han encontrado la manera de capitalizar estos cuerpos y cuerpas disidentes.

La norma sigue siendo norma, se sigue teniendo un repertorio de vigilancia y políticas de la aceptabilidad, así como coerción para quienes no encajan en los marcos normativos <porque todavía se castiga, y en momentos se paga con la vida>. La diferencia, con otras vidas pasadas <¿pesadas?> es la transformación de las reglas para meter en el juego liberal la diversidad® sexo-genérica…

 

y el capitalismo se pinta de rosa

                                     /el Mercado comercializa la inclusión®

y escuelas privadas-publicas abren sus puertas a este

arco       iris

     liberal

                                     /pero no hagan mucho ruido

locas-locos-putas-jotos

                                                                                                  /porque allí hay gente DECENTE

Reitero, no soy un amargado, pero hay muchas preguntas que no nos estamos haciendo; damos por sentadas relaciones sin cuestionar el interés comercial y la repetición de dinámicas de poder. No se trataba de hacer un canchito para que algunOS pudieran compartir el espacio del opresor, la lucha era por la deconstrucción sistémica y la búsqueda de un mundo para todxs <amiges, lo dijo Audre Lorde “The master’s tools will never dismantle the master’s house” (1979)> ¡Episteme rebelde, caray!

Lo que vivimos como comunidades es una invitación a la reflexión colectiva; a cuestionar las agendas (neo)liberales del mercado, impuestas a las comunidades LGBTT+. Es una invitación a seguir haciendo mucho ruido y ver al horizonte, más allá de homogenización institucional y las empresas que han hecho de la diversidad un trademark. Es ver al desmantelamiento del repertorio de lo aceptable y caminar hacia un ejercicio por la liberación.

Citando al Frente Homosexual de Acción Revolucionaria

Nadie será libre, hasta que todos (yo agrego aquí el todas) seamos libres.

Les escribe un Maricón,

César

 

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