Rudi y el espejo mágico

Hace unos días se dio a conocer la verdadera historia de Rudi quien, con apenas dieciséis meses y tras haber superado el famoso estadio del espejo lacaniano, se sintió capaz de revelar sus más oscuros secretos a esta comunidad dinosáurica.[1]

Rudi se muestra evasivo cuando le preguntamos por los estudiantes con los que comparte casa desde hace casi dos años, si bien afirma repetidamente que sería capaz de renunciar por ellos a los premios más sabrosos, se queja también de sus extravagantes horarios y costumbres anómalas. “Soy la envidia del vecindario, duermo de 12 a 14 horas al día y después descanso hasta que llegan las horas de juego”, afirma. Durante estos períodos de espera descubrió que las superficies blandas son para los más cachorros y, desde entonces, decidió apostar por tumbarse sobre madera, preferentemente en espacios elevados: “me gustan los escritorios, las estanterías, en general, cualquier superficie plana y fresca a la que tenga acceso, pero que nadie me confunda con un gato”. Nos hace notar que su altura le impide alcanzar gran parte del mobiliario de su residencia habitual, de hecho, ha tomado la iniciativa para comenzar una colecta en Facebook que le ayude a invertir en mobiliario para tamaños especiales.

La energía de Rudi no cesa, confiesa que las prolongadas horas de sueño han hecho de él un ser intenso y deseoso de conocer a la comunidad que le rodea. Sin ir más lejos, nos recuerda que el pasado domingo acogió en su casa a un grupo de estudiantes de doctorado ojerosos que ingería un líquido rojo y tóxico. Rudi declara tener miedo: “hoy en día, mantener una dieta tan estricta como la mía y no beber, te condena al ostracismo. Pero así ahorro”. Sin embargo, Rudi nunca tiene un mal día, de vez en cuando suspira, pero es solo un tic, quiere apartarse el pelo de los ojos. Rasca la puerta, no puede abrir, la colecta de Facebook ha sido un fracaso, ¡malditos gigantes!

[1]Esta entrevista fue realizada en Hyde Park, Austin el 14 de septiembre de 2018.

Rudi es bilingüe, pero concedió la entrevista en castellano.

Prefiere no usar su apellido para conservar su anonimato.

Quiere aclarar que Camila Torres y Dinorah Cossío se disputan la autoría de la foto.

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