El lunes antes me contaban que cuatro de ellos se organizaron para buscar libros en la biblioteca. Era una lógica sólida y desgarradora a la vez: querían poder seguir estudiando, aunque pararan la universidad, y continuarían sus investigaciones aun cuando no se pudieran presentar a tiempo. Paro o aceptar una reducción de la tercera parte de los fondos al único sistema público de educación universitaria en la Isla. Esto era lo que se discutiría el miércoles siguiente en una asamblea de estudiantes y luego en la prensa una vez se decretó un paro de 48 horas en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras. Mientras, yo digitalizaba libros acá con una máquina que costó más que todos los gastos que pagarían los cuatro en todo su bachillerato.
Los tildaron de «alborotosos» desde la legislatura porque «yo los escucho cantar, yo los escucho marchar, los veo también, y no he visto uno que me haya dicho: ‘esta es la solución’». Luego el gobernador aclaró su posición: «No hay opción, ¿o quieren los 300 millones en recortes en salud y dejar a puertorriqueños sin tarjeta de salud?” (una semana después se aumentó a una reducción del cincuenta por ciento del presupuesto universitario, 450 millones). Es decir, el egoísmo e ignorancia de los estudiantes quienes prefieren estudiar y no dar beneficios de salud pública a los desventajados. La estrategia de generar antagonismo en medio de una crisis económica y humanitaria como si educarse fuera un privilegio que atentara contra la estabilidad de todos. Así es más sencillo desviar las otras quejas del estudiantado sobre recortes en salud, cierres de escuelas, despilfarro de fondos públicos sin auditar y una junta no-electa que ahora gobierna al país. Leía estas declaraciones después de recibir disculpas del bibliotecario por no encontrar un libro en su lugar entre cuatro pisos de anaqueles y le decía que en otra universidad desaparecen y no nos dejan ni buscarlos nosotros mismos.
Difícil saber quién es Caronte y dónde espera el Can Cerberos porque hay tanto trasmundo dentro del trasfondo de la UPR y el país. Tanto trasfondo que no cabe en un solo texto, pero también tanta hambre, con una cuarta parte del estudiantado con un ingreso familiar de menos de 10 mil dólares al año. La cuestión es que no me interesa pensar solamente en los números porque se ha puesto a tal nivel que para entender la política que nos afecta tendríamos que hacer un título en economía. Bonos de obligación general, Corporación del Fondo de Interés Apremiante, Autoridad de Asesoría Financiera y Agencia Fiscal o la Junta de Control (Supervisión) Fiscal. Muchas cucharas para tan poca sopa. Y vuelvo a la comida porque hay gente pasando hambre en un salón de clase y no son pocos. Entonces me avisan de una asamblea general de estudiantes a nivel de todo el sistema (55 mil estudiantes) que puede tener problemas con el quorum por la transportación; y yo montándome gratis en la guagua pública de la ciudad con mi identificación de estudiante de UT.
Sin embargo, algunos alborotosos y hambrientos salen a marchar o se juntan en asambleas para pensar en qué hacer, y tampoco son santos. Algunos beben y fuman, otros hacen grafitis ilegales, le gritan al gobernador en público y dañan estatuas de presidentes por los que no podrían ni podrán votar porque viven en una colonia. Hacen comedores públicos, también, para que otros puedan comer, clínicas médicas y legales voluntarias, y de vez en cuando son arrestados con causa justa. Es decir, esto no es una elegía. Los estudiantes son cualquier otro ciudadano, con la diferencia de que su tarea principal es pensarse y pensarnos. No es cuestión de irse por lo idílico, sino que ante tanta falta de opciones y abundancia de imposibilidades solamente se me ocurre que ciudadanos dedicados a pensar y lugares accesibles para esto son esenciales. En clase discutimos la gesta de una revista estudiantil durante una dictadura en Cuba que abre con “no hay duda alguna que nuestra Universidad en su fase actual, – consecuencia de etapas sucesivas de ociosas vacaciones y de entusiasmos superficiales -, atraviesa el momento subrayable en que el dolor de no haber sabido articular su expresión, empieza a recorrerla” (Verbum, año 1, núm. 1, 1937). Y todo esto sin saber si realmente se justifica el paralelo cuando la enmienda Platt se queda corta ante la decisión de la Corte Suprema de Puerto Rico v. Sánchez Valle, pero tampoco existe un Batista aquí.
Lo que pasa es que me ilusiona regresar y a la vez empiezo a comprender a los que no. Con un pie acá y otro allá, con la mirada desde la carencia, no quiero ensimismarme en el privilegio posibilitado por la UPR. No en base a un nacionalismo retrógrado o una filiación simbólica. Es que ese pensar existe, aunque no se registre en créditos, bonos, libros, talleres, publicaciones, fondos federales, índices de investigaciones, presupuestos o intervenciones de legisladores. Es que ese pensar no se mira solamente a sí mismo, por lo menos no siempre, aunque el hastío, indiferencia y antagonismo de muchos se fijan en la repetición de reclamos y no en la continuidad de las circunstancias obligando a la reiteración de defensa de derechos básicos. También está en una misión que me tomé muy en serio, que se percibe cuando se estudia, se investiga, se enseña y se marcha desde una precariedad, sin tomarse esta situación sempiterna de carencia como una condición excluyente a “tener presente que por su carácter de Universidad y por su identificación con los ideales de vida de Puerto Rico, está esencialmente vinculada a los valores e intereses de todas las comunidades democráticas”. Con esas palabras se fundó la universidad, se lleva a cabo un paro ahora y posiblemente una huelga luego de una asamblea nacional de estudiantes; son las cosas que enseña la universidad que no aparecen en mi diploma, pero sí en lo que escribo aquí, en todas las conversaciones que he tenido y seguiré teniendo.
P.D. en la era de post-verdad:
Pero no termino aquí, porque esto no termina aquí. Unos alegaron que si no se podía votar por el paro por internet entonces no era válido y la corte les dijo que no. Mientras tanto, otros no querían hablar por teléfono con estos por cuán serio era la cuestión y entre ellos se emplazaban para hablar. Uno de estos le escupió a otro de aquellos y varios de estos, con algunos otros, repudiaron a este y se acordaron del otro hace años incitando a esto, junto con los de allá que han hecho lo mismo y el de allá que lo investigan por escupir cosas distintas. Y todo el tiempo, unos y otros le exigían a los de allá que auditaran la deuda para ver cuánto era de allá y cuánto era de “nadie” por ser ilegal. En feisbuk hablan de ustedes y de vez en cuando de tú porque se olvidan “que el horizonte de una isla es redondo y cercado por el norte” y que con cada crisis de la que se sale por Jet Blue no deja de haber nosotros y nosotras a pesar de tanto y tan poco.