Fedal: ¿Desmontando “masculinidades toxicas” o la evolución de las masculinidades hegemónicas?

Federer y Nadal llorando de la risa en 2010 (Fuente, YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=jJV-mF6chSg)

Es Navidad de 2010, Roger Federer y Rafael Nadal (Fedal para la comunidad de fans) empiezan la grabación de un spot publicitario para promocionar “The Match for Africa,[1]” su primer partido benéfico. Tienen tres frases cada uno, un diálogo que, para la mayoría, no debería durar más de veinte segundos. Ellos tardan 15 minutos[2]. Lloran de la risa. Sudan. Se miran. Se dan golpecitos cómplices. La escena parece la primera cita de un romance que va para largo. Es imposible no empatizar con ellos, soltar alguna carcajada y pasar a formar parte de esa semiosfera digital que han creado. Pese a todo, este momento fue, para mí, uno de los más contradictorios de la historia del deporte.

Cuenta Brad Gilbert (extenista profesional y analista de ESPN) que el tenis es una guerra donde ganar es la única opción. “Ganar, aunque sea ganando feo.[3]” No hay entrenador o entrenadora de tenis que no haya dicho u oído consignas pseudo bélicas como “estudia al rival,” “presiona hasta que falle,” “no mires nunca al contrario,” “muévelo hasta que se quede sin piernas” o “nunca sientas compasión ni simpatía por la persona que está al otro lado.” Para muchos, el tenis es un conflicto que crea héroes y villanos (Casper Ruud, Gael Monfils, Serena Williams, Steffi Graf, Justin Henin, Nick Kyrgios, Holger Rune, Novak Djokovic, Benoît Paire, Shahar Pe´er, Marion Bartoli, etc.) que te destroza física y mentalmente (Rafael Nadal, Juan Martín Del Potro, Carlos Alcaráz, Simona Halep, Angelique Kerber, Jack Draper, Naomi Osaka, etc.) y en el que “es imposible hacer amigos, porque todos quieren eso que tú anhelas” (como dice el extenista y también analista John McEnroe) (mi traducción).

En concreto, la rivalidad Federer-Nadal en 2010 está marcada por el continuo intercambio en los puestos 1 y 2 del ranking mundial (algo que empieza en 2005), siendo Nadal el que termina el año como mejor jugador. Por su parte, Federer le arrebata al español la final del ATP World Tour Finals, trofeo que nunca ha conseguido hasta hoy. Motivos para la guerra había. Sin embargo, los dos tenistas acaban esa temporada riéndose a carcajadas. Esa era, en mi opinión, la contradicción. Si el tenis es una guerra, si “los chicos no lloran, tienen que pelear” (como decía Miguel Bosé), ¿qué hace que los dos mejores tenistas del mundo se comporten así? Para entenderlo, considero necesario avanzar hasta septiembre de 2022, momento en el que se toma esta fotografía:

Nadal y Federer, llorando desconsoladamente, se agarran de la mano en la Laver Cup 2022 (Fuente, The Times: https://www.thetimes.co.uk/article/hold-hands-like-federer-and-nadal-no-i-kiss-my-best-friend-on-the-lips-qphxc0h6q).

Esta imagen, una de las más bellas de la historia del deporte, representa tantas cosas que merece la pena un análisis algo más minucioso. Contextualmente, lo que se ve en la imagen no es otra cosa que el último partido de Federer como jugador profesional. Sin embargo, su despedida no es en un torneo individual (como cabría esperar de un jugador que ha disputado más de 1500 partidos individuales y apenas 200 por parejas[4]). El tenista suizo decide cerrar su etapa como profesional jugando un partido de dobles en la Laver Cup 2022[5].

Este hecho es ya de por sí excepcional. El tenis es mayoritariamente un deporte en el que juegas en solitario. Estás tú y la otra persona, y nadie más que te pueda salvar. Esa soledad es uno de sus pilares distintivos. Por supuesto que existen los partidos por parejas pero, comparados con los individuales, estos no gozan ni del mismo interés mediático ni de una acogida similar por parte de los aficionados. En específico, es el tenis individual masculino el que más reconocimiento se lleva tanto a nivel de premios en torneos, visualizaciones y alcance en medios de comunicación y redes sociales[6].

La individualidad y la masculinidad en el tenis se alimenta de esa noción bélica que exponía anteriormente. Como argumentan los académicos Tim Carrigan, Bob Connell y John Lee[7] “la masculinidad hegemónica está basada en unas normas hechas por y para el hombre. Dichos valores ensalzan atributos como el valor, el individualismo, ciertas formas de agresividad, sobriedad, autonomía […] y una cantidad considerable de entereza física y mental” (644, mi traducción). Estos adjetivos forman la base del tenis y son los que pasan de generación en generación. Así, se crea una masculinidad tóxica de la que Federer, con su gesto de jugar junto a alguien, parece deprenderse.

Hablando de gestos, quizás sea eso lo que más llame la atención de la fotografía. Momentos antes de esa instantánea, al terminar el partido, Federer saluda a sus compañeros de equipo y a sus rivales tratando de contener las lágrimas. Tras esto, se sienta para inmediatamente volverse a levantar y saludar a un público que aplaude y corea su nombre. Un video homenaje y unas palabras a su familia le rompen de nuevo aunque vuelve a recomponerse. A continuación, Jim Courier (extenista y host de la ceremonia) presenta a la cantante Ellie Goulding que interpreta “Still Falling for You”. Es en este instante, en el momento en el que los focos cambian de protagonista, cuando Federer explota a llorar, en silencio y con su mente alejada de todo. De todo pero no de todos. A su lado, e igual de desencajado, está Nadal. Su compañero de dobles ese día. Nunca podría ser otro.

Nadal es tenísticamente el opuesto de Federer. Zurdo, explosivo, físico, incansable, “irrendible” e imponente en camisetas sin mangas. El español es trabajador hasta la enfermedad porque sabe que su técnica no es tan pulida. Mentalmente es inquebrantable y eso, en una pista de tenis, te lleva hasta el límite. Nadal es el atleta que decidió ser tenista, y si fuera un elemento sería el fuego. Federer, por el contrario, es agua. Fluye en la pista. Técnicamente es perfecto. Representa el compromiso, el respeto, la coordinación y el talento. Es la camisa de cuello abotonada, elegante hasta la enfermedad. El ser humano nacido para ser tenista.

Estas dos personalidades no deberían funcionar en conjunto, tal y como pasó con otras grandes rivalidades del deporte. Por ejemplo, Karpov/Kasparov, Holm/Rousey, Evert/Navratilova, Messi/Ronaldo, Felix/Campbell-Brown, Ali/Frazier, Seles/Graf, Palmer/Nicklaus, entre muchas otras. Sin embargo, la combinación de Federer y Nadal llega hasta el punto de necesitarse, de sentarse el uno al lado del otro y cogerse de la mano. Esa es, para mí, la pieza imprescindible que forma Fedal: el entendimiento y la reflexión consciente de que uno ha llegado a ser lo que es gracias al otro. Tal y como expresó Nadal en la clausura de la Laver Cup 2022: “cuando Federer deja el tour, una parte importante de mí también se va, por todos los momentos imprescindibles de mi vida en los que he estado a su lado o jugando contra él[8]” (mi traducción).

La segunda de las piezas para que este engranaje funcione la forma el tiempo. Federer y Nadal se han enfrentado en 40 ocasiones durante 15 años (2009 a 2014)[9]. De estos enfrentamientos, 24 de ellos fueron en finales. Además, la mayoría de ellos se dieron con un Federer consolidado en el circuito y en su mejor nivel de juego y un Nadal en crecimiento hasta llegar a su mejor forma. Estos datos son muy relevantes en un deporte donde las posibilidades de que dos de los mejores tenistas se enfrenten no son tan altas. Por poner un ejemplo, las tenistas Steffi Graf y Mónica Seles únicamente jugaron la una contra la otra un total de 15 veces en 10 años. Todos los enfrentamientos entre Fedal crean una memoria común y colectiva que pertenece al público. A su vez, se crea otro banco de recuerdos personal e inescrutable, la fuente de buena parte de esas lágrimas que se ven en la foto, que les pertenece a ellos.

Que hayamos sido capaces de ver llorar de risa a dos de los mejores deportistas de la historia es único. Que hayamos podido ver una rivalidad así evolucionar hasta el punto de que Nadal no tenga sentido sin Federer, y viceversa, es un privilegio. De la misma manera, es crucial que esto pase en un deporte como el tenis en el que se premia la individualidad, que se educa para no mostrar emociones y apenas se habla del sufrimiento físico y sobre todo el mental. “Boys Don’t Cry” cantaba irónicamente Robert Smith, líder de The Cure, criticando un sistema que le dejaba fuera porque no podía evitar mostrar sus emociones[10]. Fedal hicieron de una contradicción en 2010 una normalización en 2022.

Para concluir, no creo que les falte razón a académicas y académicos como Raewyn Connell, Demetrakis Demetriou o Mike Donaldson[11]. Todos ellos consideran que la masculinidad hegemónica tan rígida y tan bien definida de la que hablaban Tim Carrigan, Bob Connell y John Lee ya no tiene sentido. Hoy, la capacidad de reproducir sistemas patriarcales se basa en un proceso constante de negociación, hibridación y reconfiguración (Demetriou, 355[12]). Es más, cambia de manera “engañosa e impredecible” (355, mi traducción). Quizás, la imagen de las manos de Nadal y Federer sea parte de esa impredecibilidad, al final son hombres blancos, heterosexuales, de clase alta. Sin embargo, sabiendo de dónde venimos y conociendo la manera en la que me inculcaron el tenis a mí, creo que gracias a estos ejemplos, el tenis va a algún lugar que no parece estar tan mal.




[1] Para más información: https://en.wikipedia.org/wiki/Match_for_Africa.

[2] https://www.youtube.com/watch?v=jJV-mF6chSg.

[3] De aquí el título de su libro: Winning Ugly (1993).

[4] Ver: https://www.antena3.com/noticias/deportes/tenis/carrera-roger-federer-datos-records-leyenda-tenis_20220915632347a160c19f000197180b.html.

[5] La Laver Cup, creada en 2017, es un torneo internacional de tenis masculino por equipos, que se juega en canchas duras cubiertas. El campeonato se disputa entre el Equipo Europa y el Equipo Mundial, este último compuesto por jugadores de todos los demás continentes.

[6] Pese a que fluctúa mucho dependiendo del torneo, el país y los deportistas que estén jugando en ese momento (https://www.signal-ai.com/blog/gender-media-coverage-in-tennis).

[7] Carrigan, T., Connell, B., & Lee, J. (1985). Toward a New Sociology of Masculinity. Theory and Society14(5), 551–604. http://www.jstor.org/stable/657315.

[8]https://www.cnn.com/2022/09/25/tennis/rafael-nadal-laver-cup-withdrawal-spt-intl/index.html.

[9] https://es.wikipedia.org/wiki/Rivalidad_Federer-Nadal.

[10] https://faroutmagazine.co.uk/robert-smith-explains-the-cure-boys-dont-cry/.

[11] Ver: Donaldson, M (1993). “What is Hegemonic Masculinity?” Theory and Society 22, 643-657 ; Connell, R. W., & Messerschmidt, J. W (2005). “Hegemonic masculinity: Rethinking the concept.” Gender & Society19(6), 829-859.

[12] Demetriou, D.Z. Connell’s Concept of Hegemonic Masculinity: A critique. Theory and Society 30, 337–361 (2001). https://doi.org/10.1023/A:1017596718715.

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