Latinoamérica y la música clásica: tensión, acceso y formación.

Recientemente la Orquesta Filarmónica de Berlín realizó un concierto-protesta para reclamar por el cierre y la fusión de un gran número de orquesta alemanas, lo que trae como consecuencia el despido de aproximadamente 2.500 músicos (ver noticia). La noticia no deja de sorprender, porque Alemania tendía a ser el último bastión donde el apoyo estatal para la práctica musical se mantenía intocable; sin embargo los últimos vaivenes económicos a nivel mundial han implicado un reordenamiento de los recursos en dicho país. Por esta razón, cabe hacer la pregunta sobre cómo deben enfrentar los países latinoamericanos la realidad artística y musical en este contexto con las particularidades de su realidad, debido a que continuamente lidian con problemas de recursos, equidad en el acceso, desigualdad económica e inequidades a nivel educacional.

Latinoamérica presenta una realidad específica a nivel de la música clásica que puede ser beneficiosa en muchos aspectos; pero también presenta problemas particulares que se deben abordar con el fin de encontrar la mejor solución. El primer elemento clave es que la música clásica está inserta en las universidades como una carrera universitaria más, de una manera similar al sistema estadounidense, y distinto al sistema europeo donde la música se enseña en centros especializados como los conservatorios que no tienen relación con otras carreras o especialidades. En Latinoamérica los estudios de música clásica, o tradición escrita como llaman los especialistas, se llevan a cabo en las universidades recibiendo títulos y grados universitarios, lo que a priori da la posibilidad de una mayor interacción con otras disciplinas. Sin embargo, en la práctica, tienden a funcionar como conservatorios, ya que los cursos son impartidos sólo para intérpretes, compositores y  estudiantes similares, sin interactuar demasiado con el sistema universitario mismo. Esto también se traduce en una merma de recursos que convierte a las facultades de música en las escuelas con menos recursos del sistema, ya que se tienden a administrar de la misma manera que facultades con un número de alumnos por profesor mucho mayor. En este sentido el gran peligro es que los programas de música se vuelvan innecesarios para la administración central, debido a que no aportan a la universidad y por el alto costo que significan para ella, debido a que el funcionamiento como conservatorio en la práctica, tiende a aislar su rol dentro la comunidad universitaria.

Otro problema es la constante tensión entre músicos que adhieren más a una tradición “académica” de influencia europea, versus músicos que optan por una corriente más nacionalista de inspiración e influencia latinoamericana. Debido a que muchos intérpretes y compositores se especializan en Europa, la visión que traen a su regreso está muy marcada por esta realidad. En algunos casos esto se traduce en una tensión debido a que hay una lucha por recursos económicos, visiones monolíticas, y denostaciones de la visión del otro. Esto se traduce en constantes cambios de orientaciones académicas debido a cambios de directores, debido a una falta de política a largo plazo, que se debe justamente a esta falta de acuerdo y a las tensiones entre los grupos. Hay países que han sabido solucionar esta supuesta dicotomía, como Argentina. Otros como Chile, están inmersos en ella, ya que la interpretación de música de inspiración latinoamericana está relegada a cursos electivos, y la etnomusicología todavía no encuentra su espacio en forma definitiva.

El tercer elemento es la desigualdad en el acceso debido a prejuicios y poca innovación en la forma de compartir la música clásica con la sociedad, que se traduce en descenso o estancamiento en los niveles de audiencia. En primer lugar, se tiende a reproducir la música clásica en el mismo formato de siempre,  vale decir, en un teatro o centro cultural. De la misma manera el intérprete tiende a hablar poco sobre el escenario, a vestir de manera elegante en cualquier evento y formato, sin importar la audiencia, y en ocasiones incluso desaprueba  cualquier aplauso entre medio de obras. En otras palabras, poca extensión a lugares con poco acceso, y poco entendimiento de una realidad cultural general en el que la gente no está relacionada con la música clásica. Básicamente los músicos tienden a realizar los concierto siempre de la misma manera, sin preocuparse de la realidad musical latinoamericana  a nivel de acceso, educación y diversidad cultural, esperando a que el público se acerque, en lugar de enseñar y contactar al público con una música que para muchos es desconocida.

¿De qué manera podemos enfrentar esta situación? En primer lugar, debemos insertar los conservatorios en el sistema universitario a cabalidad. Esto implica abrir cursos a distintas escuelas y carreras como electivos, cursos de formación general, o incluso la creación de cursos nuevos que satisfagan necesidades de escuelas distintas a las de música. Si se quiere pensar más allá, dar las mayores posibilidades posibles para una doble licenciatura para alumnos que no vean la música como su única posibilidad profesional. La posibilidad de tener una carrera de pregrado más diversa otorga mayores posibilidades a los conservatorios y facultades de música de interactuar con otros sectores de la universidad y mostrar una mayor relevancia a nivel institucional. Si a eso se le suma un rol creativo, de ejecución de conciertos inclusivo a todo nivel universitario, se podrá avanzar mucho en este proceso de consolidación.

En segundo lugar, la tensión existente entre tradiciones o líneas de mayor influencia europea o mayor influencia latinoamericana, debe ser vista con una ventaja y no como un problema. Ambas visiones son válidas, sin necesidad de una ahogue a la otra, ya que pueden coexistir perfectamente. De Vicente Huidobro se escribió que era “un poeta francés nacido en Chile” dando a entender que “era un poeta europeo” que había nacido en Chile, y influencia en Europa así lo puede demostrar. Sin embargo, ¿dejó de ser chileno o latinoamericano en algún momento? La capacidad de desarrollar distintas tendencias en un mismo lugar, debe ser una manera de enriquecer la realidad. Es cierto que la competencia se tiende a generar por el hecho de que los recursos son escasos. Sin embargo, si se ataca el problema en su conjunto como señalamos, hay mayores posibilidades de una existencia pacífica.

Por último, debe haber una innovación en la forma en como damos a conocer la música clásica con la particularidades del continente latinoamericano. En este sentido, las generaciones jóvenes tienen una gran responsabilidad, ya que este elemento puede ser de gran utilidad para encontrar su espacio en el medio artístico pudiendo leer la realidad de mejor manera que las generaciones anteriores. Se deben buscar escenarios que no fueron concebidos inicialmente para la música, pero que por razones estratégicas como su ubicación o fácil acceso se pueden prestar para realizar un concierto que facilite el acceso. La experiencia estadounidense en este sentido puede ser de utilidad, ya que se utilizan iglesias, recintos universitarios, e instalaciones similares para desarrollar temporadas regulares. No se espera construir el gran teatro que albergará los futuros eventos. Por el contrario, se crea el hábito con el fin de que la audiencia se involucre, sin estar atado al recinto tradicional.

En cuanto a concepto de recursos, esto variará de acuerdo al sistema económico de cada país. Lo que sí es claro, es que los países latinoamericanos que tengan un sector privado fuerte deben intentar de lograr desarrollar políticas de donaciones culturales con el fin de diversificar el financiamiento de la música clásica. Estados Unidos es un ejemplo donde la filantropía es vital para lograr financiar esta actividad. Por otro lado, tenemos el ejemplo alemán descrito al principio, que siempre ha dependido del Estado, tanto a nivel de conservatorios como de orquestas, característica que al parecer está cambiando según los últimos acontecimientos. La mejor solución es una convivencia simultánea de ambas formas de financiamiento con el fin de diversificar la matriz. Lo importante es que los sectores de menores recursos y que tienen menos posibilidades de acceso puedan tener un apoyo regular y a largo plazo en este sentido.

La realidad latinoamericana a nivel de música clásica posee una gran riqueza estilística y una gran calidad a nivel de compositores e intérpretes. Lo que aún falta es lograr compartir con todos los sectores de la sociedad, con el fin de que la música sea apreciada como un bien cultural de todos y no sólo de los especialistas, con un enfoque que demuestre las particularidades de la realidad latinoamericana. De esta manera se convertirá en un elemento fundamental de la formación del individuo, haciéndola sustentable en el largo plazo tanto a nivel cultural como económico.

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